domingo, 25 de julio de 2010

"The road", Cormac McCarthy (2006)




La última novela de Cormac McCarthy, autor de No es país para viejos, se publicó en el año 2006 bajo el título original de The road (La carretera). La novela ganó el Premio Pulitzer y ha sido llevada recientemente al cine.
El argumento es aparentemente bien sencillo: un padre y su hijo son uno de los pocos supervivientes que hay sobre la Tierra y su día a día consiste en conseguir escapar de los caníbales que asolan los rincones de un planeta que poco tiene que ver con lo que de él conocemos. El apocalipsis se palpa en el ambiente y se manifiesta en el espacio donde aparecen nuestros personajes: lluvia de ceniza, un mar gris, ausencia de aves, etc. Así, la naturaleza y los seres humanos apenas han podido sobrevivir; sin embargo, el padre y el hijo intentarán burlar las leyes naturales, dirigiéndose hacia un lugar donde creen firmemente que ese apocalipsis no habrá podido arrivar: el Sur. El Sur se manifiesta como el sueño idílico para ambos y hacia el que dirigen y concentran todas sus fuerzas.
Con todo, cabe preguntarse qué tiene de especial y distinta la novela de Cormac McCarthy, puesto que son muchas las historias tanto literarias como fílmicas donde se nos narra un mundo dominado por el fin de los tiempos. Así, la prosa de McCarthy resulta a primera vista sorprendente, llana, fácil de comprender, pero, a la vez, se nos resiste a la hora de intentar alcanzarla, a la hora de que el lector intente llevar a cabo ese pacto y adentrarse de lleno en lo que se nos cuenta, ello se debe a esa lejanía y falta de sentimientos que desea mostrar el autor. De esta manera, nos damos cuenta a lo largo de toda la historia de cómo el narrador, en tercera persona y omnisciente, se mantiene totalmente imparcial con respecto a sus personajes, no se decanta por ninguno y, aunque es omnisciente, puesto que es capaz de mostrarnos lo que siente el padre en muchas ocasiones, se nos aparece en otras ocasiones como una mera herramienta a través de la cual podemos colarnos en la vida de nuestros personajes. Asimismo, a través de los diálogos entre el padre y el hijo podemos observar también esa sequedad, ese cansancio ahogado por la búsqueda incesante de algo que no se sabe si existirá. Y, sin duda, el propio hecho de que los personajes no tengan nombre responde también a ese afán de Cormac McCarthy por separarse de sus personajes, por simplemente mostrarnos a un padre y a un hijo que podrían ser cualquiera, que no desea que se concreten. En este sentido, el autor de La carretera nos recuerda a la idea tan conocida del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, quien abogaba por un distanciamiento para poder hacer llegar mejor la historia al lector y así concienciarlo. No sabemos si McCarthy ha querido exactamente eso, pero sí que podemos ver ese distanciamiento que nos remite al escritor alemán.
El mayor acierto del libro es comenzar in medias res, es decir, con la historia ya empezada, de manera que, sin resultar una narración abrupta, el escritor adentra al lector de lleno en su historia sin presentar un comienzo que nos vaya explicando qué ha sucedido. Asimismo, son de gran ayuda y utilizadas de manera satisfactoria las analepsis o flashback que nos remiten a un tiempo anterior.
Sin embargo, el handicap de La carretera reside en el propio hecho de disponer tan solo de dos personajes, lo cual puede resultar en ocasiones un tanto soporífero; muchas veces McCarthy consigue dominar y hacer de lo que parece una desventaja una gran ventaja; sin embargo, en no pocas ocasiones el autor no logra mantener al lector atento y alerta.




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